jueves, 28 de febrero de 2008

Cuando los padres experimentados "se ablandan"

Yo soy el segundo de cinco hermanos. Mi padre era un señor recto y austero y mi madre, una mujer dedicada de pleno a sus hijos. De estudiante era un zoquete redomado. Y todavía recuerdo a mi madre repasando las lecciones conmigo para que pasara los cursos en el Colegio San Ignacio —donde iban los pijos (aunque mi familia era bastante normalita)—. Yo vivía en Sant Cugat; actualmente, la población con mayor crecimiento en España. En aquellos tiempos, por no tener no tenía ni calles asfaltadas, y las pocas bombillas del alumbrado de las que disponía las rompían a pedradas o balinazos los gamberros de turno. Los trenes a Barcelona pasaban cada hora. Por la noche no circulaban, excepto el "golfo" que lo hacía a las 3 de la madrugada.

En este ambiente austero, no criamos mis hermanos y yo. Curiosamente, mientras que a los mayores nos tenían "atados y bien atados", a los que iban llegando, los más jóvenes, nuestros padres les daban mayor "libertad". Entre el mayor de mis hermanos y el menor hay una diferencia de edad de unos 12 años. Cuando nos trasladamos a vivir a Barcelona, me pareció mentira que el padre recto y austero se fuera adaptando a las nuevas circunstancias. El "pequeñín" salía por las noches e iba a esquiar con los amigos: no era un disoluto pero podía decirse que su vida era, comparada con la nuestra, la de un marajá.

En dos días he visto a dos familias estupendas cuyos hijos más "pezqueñines", a cierta distancia de sus otros hermanos, viven también como auténticos reyes: chupetes a montones, bebidas fuera de hora, chuches o palitos de pan a porrillo... "Pobrecillo, es tan pequeño que a éste me apetece mimarlo", cuentan sus madres con mirada amorosa. Mientras tanto, el "tiranillo" campa a sus anchas por su casa y fuera de ella. Eso sí, el "pájaro" en cuestión demuestra tener un dominio y destreza absolutos de cómo se "atonta" a los papás. Con voz remilgada y suave los llama: "mamita, papito".

Me sorprende cómo a los papás con "solvencia contrastada" se les va ablandando el corazón a medida que van adquiriendo mayor experiencia. Yo les recuerdo que lean mi post sobre Barack Obama: "Sí, pueden conseguir dejar de mimarlo".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre una cosa es mimar al hijo y otra negarle cosas por principio. Y si hablamos de bebes, pues que quiere que le diga, si no mimas a tu hijo cuando es bebe, cuando lo vas a hacer??

Anónimo dijo...

jajajaja! Suele ocurrir! Sin ir más lejos, mi hermana tiene al más pequeño de 5 años en un pedestal y se lo permite absolutamente todo, todo todito. Y las otras dos hijas mayores incluso la regañan!!: "Lo estás dejando tonto!/Estás criando a un hijo tonto!"

saludos,
krizge

Anónimo dijo...

Mi hermano y yo tan sólo nos llevamos 2 años y se nota la diferencia. No sé si porque yo me fui de casa mi joven y a él quiere mantenerlo más en el nido familiar, pero ni trabaja ni estudia y se lo dan todo hecho. A ver si se emancipa y vuelvo yo!! Eso sí que es vivir del cuento!!(Ahora espero no caer en el mismo error porque mis hijos también se llevan 2 años y siento que cada vez me parezco más a mi madre).