jueves, 24 de enero de 2013

El niño perfeccionista: vigilar que no lo pase mal y ayudarle (I)

Algunos jóvenes intentan hacer lo mejor posible todo lo que llevan a cabo, desde actividades de ocio hasta las tareas relacionadas con el hogar, los estudios, etc. Esto es positivo, ya que esta motivación supone un desarrollo y una evolución en la persona. El problema radica en cuando dicha motivación por hacer las cosas muy bien se convierte en la obsesión de hacer las cosas perfectas, de ser perfectos.

El perfeccionismo es un rasgo de personalidad que aparece gracias a la interacción de tres aspectos: un gran deseo de mejora, un afán por alcanzar metas excesivamente elevadas, y por una importante preocupación por lo que los demás piensen de uno mismo. La persona perfeccionista suele ser muy crítica consigo misma y nunca se siente satisfecha del todo. Se concentra en todos los aspectos en los que falla, pero no en aquello que logra. Así mismo, tiende a experimentar toda tarea como una prueba que reflejará su competencia y valía ante sí mismo o los demás, por tanto, no es sorprendente que, en ocasiones, tenga una baja autoestima; la más pequeña crítica negativa será una evidencia de “lo poco que vale” y de lo lejos que está de alcanzar la perfección.

El perfeccionismo está presente en la mayoría de personas que padecen síntomas de ansiedad y estrés, actuando como factor de predisposición para estos problemas. La persona perfeccionista realiza cada tarea personalmente, le es difícil delegar, y nunca consideran que aquello que han hecho está suficientemente bien, siempre le falta algún detalle. Este alto nivel de autoexigencia supone una presión constante en la vida. Ello, junto a otros factores de personalidad (hiper-responsabilidad, necesidad de control, baja autoestima, etc.) y eventos vitales (cambios de rutina, presión, discusiones, etc.), se convierte en un excelente caldo de cultivo para desarrollar ansiedad, estrés o estados de ánimos deprimidos.

Si alguno de sus hijos son perfeccionistas, lo están pasando mal; vale la pena consultar con Ana Martinez del Centro ITAE.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece que ser perfeccionista está muy bien visto, pero realmente hay que vigilar al niño y las exigencias de los padres que en algunas ocasiones son excesivas. Un buen toque de atención.