martes, 11 de octubre de 2011

El niño impopular en la escuela

"Nadie me quiere", es lo que piensa un niño impopular. Por el contrario, los niños populares al tener habilidades sociales superiores, los demás disfrutan de su compañía. El niño impopular es aquél a quien escogen el último para integrar un equipo, no le invitan a fiestas de cumpleaños y nadie quiere jugar con él. A raíz de los programas televisivos y de la prensa del corazón mucha gente confunde la popularidad con el “famoseo barriobajero” –aceptación y aplauso de la gente chabacana.

El rechazo por sus compañeros les lleva a la soledad, a la duda y a la vergüenza diaria a través de la exclusión por sus compañeros de clase.

Hay muchas causas de este grave problema: educación familiar, dificultades en el aprendizaje, en la socialización, en la expresión verbal o en la colaboración con otros, la falta de atractivo físico o alguna minusvalía, torpeza, timidez (citada previamente en otra entrada), rareza o excentricidad entre otros, contribuyen a ser impopular entre los compañeros. Los niños impopulares, por su baja autoestima, tienden a la agresividad y a la delincuencia.

Los profesores tienen un papel importantísimo para detectar y ayudar a un niño/a impopular en la escuela y saber las causas de la misma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Asperger, Tdah, retrasos madurativos etc... detras de las repuestras agresivas de algunos de estos niños lo que hay es una gran ansiedad por tratar de adaptarse a un mundo que no entienden y que en muchas ocasiones los rechaza por ser diferentes. Para acabar con estos problemas no solo hay que entrenar a los "impopulares" en las destrezas que carecen sino educar en la tolerancia a los "populares" e introducir la educación de la inteligencia emocional en los colegios.

ampersand dijo...

Hay otras muchas causas también y no tan negativas. Me permito añadir un coeficiente intelectual superior a la media, un mayor grado de madurez, un instinto gregario poco desarrolado, una personalidad definida y fuerte. Problemas para los niños que saben "pensar diferente" y a los que se les obliga a engranar en un sistema que limita su socialización y les obliga "lidiar" con las mismas treinta personas demasiadas horas diarias durante los trece primeros años de su vida. Un sistema del siglo XIX con profesores del XX y alumnos del XXI donde si no alcanzas el nivel te descoyuntan y si lo sobrepasas, te cortan la cabeza.