miércoles, 9 de diciembre de 2009

El cestito de "los huevos"

A medida que nos hacemos nos hacemos mayores nos vamos haciendo más exigentes e intransigentes y yo el primero. Con frecuencia se nos "mete" una cosa en la mollera por mínima que sea y vamos dando el coñazo hasta conseguirla: igual que un adolescente "taladrador" de sus padres.

Eso me ocurrió hace muy poco en una visita relámpago a Madrid; un familiar que nos acompañaba de enamoró en la Plaza Mayor, donde había una exposición de figuritas para el Belén, de un cestito con huevos minúscula (véase la foto). Yo no sabía que le gustaran esas cosas y el susodicho "de los huevos" le dio un flechazo que la transformó en obsesión. Acompañándola hacia Atocha pasando por 3.000 tiendas o perdida en los miles de tenderetes callejeros, se debió ofuscar y se olvidó del cestito pero poco antes bajar al andén del AVE exclamó: "¡Dios mío, me he dejado el cesto de los huevos! ¿me los podéis ir a buscar?" Vuelta a la Plaza Real y a codazos y empellones llegamos hasta la parada de "los huevos"; quedaba uno y como si fuera la Perla Peregrina de Elizabeth Taylor contratamos a un equipo de guardaespaldas y coche blindado. Llegada a Barcelona, se expondrá con toda "pompa y circunstancia" en casa de mi suegra en las fiestas navideñas.

Parece mentira cómo nos obcecamos por cosas sin importancia y yo soy el primero en entonar el "mea culpa" ¿Cuántos objetos tenemos en casa que un día nos parecían importantísimos para nuestra vida y que luego los dejamos olvidados en un rincón "in aetérnum"? Eso ocurre cada vez más porque estamos en los tiempos de usar y tirar.

Versión en catalán en: criatures.cat

2 comentarios:

ester dijo...

Santi: Este cesto con huevitos esta en elMercat de Santa Llucia de Barcelona!Ja ja.

Dr. Santi dijo...

!Ahora sí que voy a zurrarla por tozuda!