La perra "compartida" de mi esposa

Como saben mi mujer tuvo una perrita a la que soporté, con gran comprensión durante 12 años, hasta su fallecimiento. La verdad es que era una buena perra pero con el amo arisco que tenía, al llegar a casa venía a saludarme y debía pensar: "Coñe, el jefe" y se volvía a su "territorio". Mi mujer la encontraba tan lista que yo decía a mis amiguetes que estaba educada en la Universidad de Harvard. Tras su muerte ella se quedó desolada y me temía que debería buscar otra para aliviar su tristeza.

Afortunadamente su hermana adoptó a una, abandonada en una perrera, y se llama tal como hacían allí, Kira. Al no ser su propietaria mi esposa se ha convertido en su "madrina" y, como tal, quiere también colaborar en su cuidado. La lavan, la acompañan al veterinario y ¡hasta la llevaron a la peluquería canina!. Lo gordo es que si su hermana sale los fines de semana mi esposa va a su casa a cuidar de la perra porque no la dejo venir a casa. ¡Ahhhhh! ¿saben ustedes lo que significa eso? Placer de dioses. Fin de semana y toda la casa para mí. Ella vuelve contentísima encontrándole a la "chucha" cada vez más virtudes. Yo creo que esta perra ha sido educada en la Universidad de Stanford, cuna de muchos Premios Nobel. Ahora la quieren apuntar a una especie de gimnasio llamado Agility, si no estoy equivocado, para aumentar sus habilidades ya que la veterinaria les dijo que esta perra tenía una musculatura excepcional. Igual acaba como Silvester Stallone.

Pero me encontrado con una sorpresa. Yo me iré haciendo viejo y quizás la soledad se apodere de mí pero ha llegado la salvación tanto para mi como para mi esposa: los perros robóticos hacen tanta compañía como los de carne y hueso. Lean, lean.