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martes, 27 de abril de 2010

El ejemplo del Sr. Brugada

El Sr.Brugada era un humilde transportista de conejos, pero con espíritu inquieto y siempre ávido de aprender; apasionado e incondicional de las tertulias del pueblo en el bar de la plaza Mayor a las que iba impecablemente vestido con traje y corbata por deseo de su esposa Pepita, se levantaba a las cuatro de la madrugada para llevar los conejos al matadero y así ganar un salario que permitiera que sus hijos estudiasen y pudieran ir a la universidad en Barcelona. No tenía estudios pero era un sabio y una persona encantadora.

Aunque no había ningún médico en la familia sus hijos Pedro, Josep y Ramón, nacidos en Banyoles (Girona), con gran diferencia de edad entre ellos (les separaban 14 años), estudiaron la misma carrera: Medicina. Sólo una hermana, nacida entre Pedro y Josep, fue por otros derroteros. Los tres hermanos se entregaron a su profesión con pasión y los tres trabajaron en las mismas líneas de investigación e, intercomunicados a diario por teléfono y correo electrónico, llegaron a ser tres prestigiosos cardiólogos españoles de proyección internacional. Las investigaciones sobre muerte súbita y arritmias que emprendieron los dos mayores tuvieron tal trascendencia científica internacional que en 1992 todo el mundo científico admitió una nueva enfermedad: el síndrome Brugada. Estos investigadores observaron que en pacientes con muerte súbita, recuperados tras resucitación cardiopulmonar, tenían en común una actividad eléctrica cardíaca muy particular que quedaba reflejada en el electrocardiograma y comenzaron a abrir varias líneas de investigación en distintos países sobre la actividad electrofisiopatológica del músculo cardíaco y descubrieron que estos pacientes tenían una alteración genética que modificaba la bomba eléctrica del corazón. La alternativa terapéutica en los pacientes de alto riesgo es colocar un desfibrilador que controle el ritmo cardíaco e impida que el músculo se pare y deje de bombear sangre.

El Sr. Ramón Brugada pudo vivir con gran orgullo los triunfos de sus retoños. El matrimonio Brugada-Terradellas, tan humilde como respetuoso por el conocimiento y el saber humanos, saboreó el éxito científico de sus tres cardiólogos de fama mundial.

domingo, 25 de abril de 2010

Reparados pero no curados

Ayer moderé una mesa redonda (XX Congreso de Medicina de la Adolescencia) en la que intervenían cardiólogos de un prestigio incuestionable. Por orden de "aparición" actuó primero el Dr. Federico Gutiérrez-Larraya, Jefe de Cardiología Pediátrica del Hospital Infantil La Paz (Madrid) sobre "cardiopatías silentes en la adolescencia", en segundo lugar Jaume Casaldáliga, Jefe de Cardiopatías Congénitas del adolescente y del adulto del Hospital VallHebrón (Barcelona) y, por último, el Profesor Ramón Brugada del Hospital Universitario Dr.Trueta (Girona). Un "tridente" impresionante. No quiero destacar a ninguno de ellos porque han estado a un nivel altísimo y comprensible para pediatras generales.

Sin embargo, los datos y reflexión que ha aportado el Dr. Casaldáliga. han sido demoledores. Cada año nacen entre 3.100-3.200 niños con cardiopatía congénita (CC) moderada o grave. En la década de los 70 del siglo pasado morían un 20% y ahora menos de un 5% por lo que en España hay más de 50000 niños con una CC. Antes más de la mitad no llegaba a adulto y ahora más del 85% lo hacen; eso significa que actualmente en el estado español hay más 100.000 -120.000 adultos con una CC y cada año 2.500 pacientes se añaden a ese grupo cada vez más amplio. Basado en estos datos el Dr. Casaldáliga pudo afirmar que hay más enfermos con CC que con otras enfermedades de gran repercusión mediática como el Parkinson o el SIDA.

Sorprendente, este número de enfermos no podrán ser atendidos porque no hay asistencia médica adecuada aunque entre un 40-55% necesitarán cuidados médicos de por vida y en un 25% tendrá que ser muy especializada. Los cardiólogos de adultos no quieren o no se atreven a tratar a este nuevo tipo de enfermos. La transición de adolescente a adulto será muy difícil para el enfermo con una cardiopatía congénita.

Los políticos dedicados a la sanidad se han de poner las pilas ya ... (¡Dios mío!, tal como está el patio eso no les debe importar un pito)